Sharon Wallace
Publicado: 30 Mar 2010, 19:50
- Сейчас.
Dicen que con el tiempo te acostumbras a todo, también a que los taxistas que deambulan por la ciudad ni si quiera hablen el idioma local y que en su coche suene una música cuanto menos exótica.
“Este es el precio por vivir en la gran manzana.”
Hacía un par de días que había salido de aquel bar. Después de una entrevista tan nefasta lo mejor era olvidar, y nada mejor para ello que la cerveza barata, si era americana mucho mejor. No había podido tomar más de un par de tragos cuando aquel tipo se le acercó y le tendió la tarjeta. Al principio había pensado que era uno de esos [i[Superproductores de holliwood[/i] de pega, que se tiran el farol para llevarse a cualquier incauta que estuviera en un bar bebiendo sola, salvo por el hecho que este ni se había parado a su lado, en cuanto le dejo la tarjeta salió del bar. Cuando comprobó el nombre de la empresa comenzó a pensar que quizá aquel no fuera tan mal día.
Una ropa bastante elegante para su indumentaria habitual y un perfume discreto no era lo único que se diferenciaba a la mujer que avanzaba por la quinta avenida en un mugriento taxi de la que estaba días atrás en la barra de aquel tuburio, ahora tenía esperanza.
- Treinta dolares, poor fafvor.
“Vaya, eso si que sabe decirlo.”
Tras pagar al hombre avanzó hacia el lujoso edificio. Estaba en una de las mejores partes de la ciudad, rodeado de otros rascacielos y de carteles suntuosos. Todo parecía bastante artificial.
Tras pasar la puerta un recepcionista fijó su atención en ella, con más atención cuanto más cerca se encontraba del mostrador que les separaba.
- ¿Puedo ayudarla en algo?.
Mientras comprobaron su identificación y una llamaban a la oficina del que supuestamente tenía que recibirla no pasó mucho tiempo, al menos eran eficientes.
- Planta veintitrés, el Señor Oka espera su visita. - El joven señaló con la tarjeta de Visitor hacia el fondo del hall, al ascensor. Acto seguido le tendió la misma a la joven. - Llévela siempre en un lugar visible. Muchas gracias.
Dicen que con el tiempo te acostumbras a todo, también a que los taxistas que deambulan por la ciudad ni si quiera hablen el idioma local y que en su coche suene una música cuanto menos exótica.
“Este es el precio por vivir en la gran manzana.”
Hacía un par de días que había salido de aquel bar. Después de una entrevista tan nefasta lo mejor era olvidar, y nada mejor para ello que la cerveza barata, si era americana mucho mejor. No había podido tomar más de un par de tragos cuando aquel tipo se le acercó y le tendió la tarjeta. Al principio había pensado que era uno de esos [i[Superproductores de holliwood[/i] de pega, que se tiran el farol para llevarse a cualquier incauta que estuviera en un bar bebiendo sola, salvo por el hecho que este ni se había parado a su lado, en cuanto le dejo la tarjeta salió del bar. Cuando comprobó el nombre de la empresa comenzó a pensar que quizá aquel no fuera tan mal día.
Una ropa bastante elegante para su indumentaria habitual y un perfume discreto no era lo único que se diferenciaba a la mujer que avanzaba por la quinta avenida en un mugriento taxi de la que estaba días atrás en la barra de aquel tuburio, ahora tenía esperanza.
- Treinta dolares, poor fafvor.
“Vaya, eso si que sabe decirlo.”
Tras pagar al hombre avanzó hacia el lujoso edificio. Estaba en una de las mejores partes de la ciudad, rodeado de otros rascacielos y de carteles suntuosos. Todo parecía bastante artificial.
Tras pasar la puerta un recepcionista fijó su atención en ella, con más atención cuanto más cerca se encontraba del mostrador que les separaba.
- ¿Puedo ayudarla en algo?.
Mientras comprobaron su identificación y una llamaban a la oficina del que supuestamente tenía que recibirla no pasó mucho tiempo, al menos eran eficientes.
- Planta veintitrés, el Señor Oka espera su visita. - El joven señaló con la tarjeta de Visitor hacia el fondo del hall, al ascensor. Acto seguido le tendió la misma a la joven. - Llévela siempre en un lugar visible. Muchas gracias.