El pacto de las Janas

A León, 26 de Febrero de 1991:

Esta es una bonita tarde de otoño, el sol esta alto y brillante pero su luz no molesta a la vista, no hay nubes en el cielo y sopla una fresca brisa que hace que el tiempo sea muy agradable. Podría decirse que es el momento y el lugar perfecto para empezar una bonita historia de hadas y príncipes y eso es lo que haremos: empezar una historia.

En el parque del Cid hay una joven pareja jugando con su perro. Al otro lado del parque unos amigos meriendan sentados en la hierba. Y más centrados en la dirección a la que pretende llevarnos esta historia, se encuentra una joven pareja con una bonita niña de pelo largo negro, los cuales juegan felices en familia: la niña riéndose a carcajada limpia mientras su padre le hace cosquillas.

-Ojala, todo se hubiera quedado como hace unos años, como cuando éramos como esa familia, piensa una pequeña niña de unos 8 años mientras solloza y respira entrecortadamente.

Nadie repara en ella, ni en su apagado llanto. O tal vez pretendan evitarla para no amargar este bonito día. Está sola, sentada en un banco observando un reflejo de días mejores. Lleva un bonito vestido que esta afeado por las manchas. Pero aun así, parece que en días felices nadie repara en una desolada criatura.

No puede volver a su casa sus padres, éstos ya no podían mantenerla. Y ante todo tiene miedo de aquel señor de traje que tan malas sensaciones le había transmitido. Pero este la quiere, la quiere llevar según dice a un sitio donde podrán darla la atención que se merece. No. Ella quiere estar con sus padres, seguir viéndolos. Quiere estar con ellos para siempre y sobre todo quiere ayudar a su papa a cuidar de su madre enferma. Pero ya no pueden mantenerla.

Absorta en sus pensamientos no se da cuenta de que un furgón y cuatro coches con luces en el techo han llegado al parque y unos hombres se acercan a ella. La gente del parque se marcha incomodada pero ella sigue inmersa en sus pensamientos. Los hombres que salen del coche la cogen, su resistencia es completamente inútil. Si su padre todavía quisiera estar con ella la salvaría de esos hombres. Pero las cosas ya no son así. La meten en el furgón y siente cómo éste arranca.

La niña está muy nerviosa. Dentro del furgón están el hombre de traje junto a dos hombres uniformados:
-Cálmate niña, no queremos ningún mal para ti. Donde vas serás tratada como una princesa. Toma, bébete esta agua te calmara.
La niña está asustada, pero tiene sed y la forma de llamarla princesa le ha recordado a cómo su padre se lo decía. Al final acepta el vaso y lo bebe. Un extraño sueño la invade y lentamente va sumiéndose en un profundo sueño.

Papa … Mama ¿Os volveré a ver?… ¿Ya no me queréis? … Os recorda … ré … siem …

Un largo pasillo blanco, muy bien iluminado, su blancura casi hace daño a la vista si no fuera por unas puertas azules que adornan la pared a los dos lados del pasillo, al final hay un inmenso ventanal desde el que solo se alcanza a ver un cielo gris. Esto es lo que ve una pequeña niña cuando se despierta y logra incorporarse, decide andar sin sentido pues no conoce nada de este lugar, anda hasta el ventanal y logra ver un gran patio mojado por la lluvia y unas pocas casas rodeando el patio, no se ve nada más a la redonda.

De repente se oye un ruido como el pomo de una puerta al girar, la niña mira en dirección al ruido, una puerta queda entreabierta y deja ver a un pequeño niño que juega con un bonito tren de juguete.

“Princesa, ven a jugar con tu osito, que mama ahora esta muy cansada y necesita descansar.”

Un recuerdo de sus padres le viene a la cabeza, unas lágrimas brotan en sus ojos y se da cuenta de lo sucedido anteriormente, cae derrumbada. Durante un cuarto de hora llora sin poder remediarlo y sin que nadie repare en ello, pero acabado el tiempo la pequeña niña levanta la vista y ve al niño mirándola e indicándola con la mano que se acerque.

La niña se levanta y se seca las lagrimar con la manga de su vestido, no le gusta que la vean llorar, se acerca de la puerta y entra, es una sala grande llena de juguetes, con muchos colores en las paredes y bien iluminada, en toda la sala suena un hilo musical que te hace sentir a gusto, parece una habitación de juegos.

-Hola, ¿Eres tu nuestra nueva compañera?

El niño llevaba una bata azul con un numero en la parte derecha del pecho, 013, tenia el pelo rapado y un aspecto saludable.

-¿Dónde estoy?, ¿Dónde están mis padres?

-Estas un colegio, un colegio para niños a los que su padres ya no les quieren, pero no te preocupes aquí todos son muy buenos, ya no necesitas a tus padres, aquí todo es más divertido.

El niño sonrió de oreja a oreja tras decir esas palabras, una sonrisa que a aquella pequeña niña le pareció macabra y extraña, y que junto a las palabras que dijo le produjeron un gran miedo. El niño salio corriendo de la sala justo cuando una mujer de unos 30 años entraba y se llevaba a la pequeña niña a un cuarto en el que paso los dos siguientes días llorando y pensando en las palabras de aquel niño, las cuales atormentaban sus sueños.

“Ya no te quieren… Ya no los necesitas… Aquí todo es más divertido”

Se la corto el pelo al cero, se la vistió con una bata con el numero 015 y se la junto con los que serian sus compañeros durante los siguientes años, pero allí nunca estuvo aquel niño que la había recibido.

Durante los dos siguientes años su vida fue rutina pura, todos los días hacían dos horas de ejercicio para mantenerse en forma, durante cinco horas hacían ejercicios mentales y siempre veían dos videos cortos, uno por la mañana y otro antes de acostarse, también pasaban algunas horas jugando con juguetes pero tenían prohibido hablar entre ellos siempre. El resto del tiempo lo pasaban durmiendo en habitaciones individuales. Además de esto, había algo a lo que no prestaba atención, pero que durante esos dos años estuvo siempre hay, fue un hilo musical que te hacia sentirte bien, siempre feliz.

Cuando se acabaron estos dos años un día el director, un hombre con una bata que tiempo atrás temió cuando lo separo de sus padres, pero que ahora ya no temía la llevo a una sala, esa sala era la sala de juegos donde hace mucho tiempo había estado con aquel chico que tanta mala espina le dio, y allí se la dijo que recibiese a su nuevo compañero y allí quedo sola.

Pasados unos minutos en los que había estado jugando, un chico pequeño de unos siete años entro llorando en la sala y se derrumbo a los pies de la niña.

-¿Dónde están mis papas? Quiero ir con ellos, los quiero.

Sin saber muy bien como y porque unas palabras brotaron de sus labios.

-Tranquilo, aquí ya no necesitas a tus padres, ellos no te querían, pero aquí todo el mundo te querrá mucho, ya no los necesitas.

No sabia como podía haber dicho eso, recordó como fue su entrada en ese lugar, pero era verdad, en realidad ya no añoraba a sus padres, no se dio cuenta de cuando había sucedido pero sus sentimientos habían cambiado.

Ese fue el último día que se vio a aquella niña por ese lugar.

“Ya no te quieren… Ya no los necesitas… Aquí todo es más divertido”