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¿Cuántos kilómetros había recorrido ya? ¿Trescientos cincuenta? ¿Cuatrocientos? La verdad, el depósito de la segunda moto “prestada” que había conseguido tras haber desguazado la anterior en un desfiladero a la salida de los Alpes aguantaba bastante sin agotarse, lo que le hizo pensar en que quizás esa debería ser su montura oficial.
Íbero, el supersoldado español que con tanto bombo y platillo anunciaron los miembros del Gobierno como una promesa de futuro, como el héroe que la sociedad buscaba, había huido de su país tras haber descubierto terribles secretos que la organización mundial HAMMER había ocultado al resto: en su sede en Barcelona, tomaron a diversos ex-convictos y experimentaron con ellos para conseguir la siguiente oleada de superhéroes que protegerían al país y sus intereses por todo el orbe.
¿Pero por qué volvía nuevamente a España? Ser un héroe en el exilio como Moon o Cid podría servir de inspiración para jóvenes héroes que se estuvieran forjando, pero era demasiado para él. ¿No podía estar lejos de la patria que tanto amaba? Tampoco era eso, que además le sonaba rarísimo. Simplemente necesitaba volver e ir a un lugar muy importante.
Varias horas de viaje después se encontró con una moto con el depósito completamente vacío y delante de su destino. En aquel cementerio de Andorra la Vella se encontraba uno de los héroes que inspiraron sus andanzas y que poca gente conocía. Trueno, miembro de los desaparecidos Iberia Inc. descansaba en aquel recóndito lugar porque los demás miembros de la comunidad metahumana de España no pudieron oponerse al Gobierno de su país para que fuera enterrado en su lugar de origen.
-Veo que vuelves incluso en esta situación –dijo una voz masculina a su espalda.
-¿No puedes ponerte unos pantalones en esta situación? –contestó Íbero girando su cabeza para mirar a los ojos a su interlocutor. Allí, de pie, frente a las lápidas de varios de sus compatriotas, se encontraba Cassius Klein, el conocido como Superguapo. Héroe controvertido de entre todos los que había conocido, la seña de identidad de este metahumano era su vestimenta: unos simples calzoncillos de Calvin Klein.
-Te arriesgas mucho al venir aquí –continuó Cassius, ignorando al héroe-. Los soldados de HAMMER aparecerán en poco tiempo, ya que monitorizan cualquiera de tus movimientos desde que asaltaste su base en Barcelona.
- No me preocupa. Hoy es el aniversario de la muerte de Trueno, debía presentar mis respetos.
Y se mantuvieron en silencio durante quince minutos, durante los cuales cada uno rezó lo que buenamente conocía. Pero todo ese silencio fue interrumpido por los matacapas que HAMMER había enviado hacia allí, como había predicho Superguapo.
-Luis Arranz Pisonero, queda usted detenido en nombre de HAMMER por asaltar y destruir una base gubernamental del estado español y colaborar con un grupo formado por terroristas metahumanos conocido como D20 –comenzó un soldado.
-Cassius Klein, apártese y no se oponga si no desea que sus compatriotas paguen también por los pecados de la persona a la que está dando cobijo –interrumpió entonces un segundo miembro de los matacapas.
Superguapo sonrió y miró a Íbero antes de contar a los miembros de la unidad de matacapas. Después, soltó una carcajada y, mientras utilizaba sus poderes para ocultarse en el medio que le rodeaba, espetó:
-Un pequeño deporte, amigo mío. Ten cuidado y no les hagas demasiado daño.
Íbero sonrió y de su espalda cogió el escudo que una vez perteneciera al Organismo de Acción, O.D.A., y que fue un regalo por parte de Moon y Cid cuando ésta perdió la cabeza durante el asalto del Doctor Muerte a Torrespaña. Los matacapas se prepararon en sus deslizadores, muy parecidos al que el villano Duende Verde portaba en sus apariciones, y desenfundaron de sus alas los misiles con cabeza de calabaza.
-Vamos, mamones –dijo Íbero, frunciendo el ceño-. Demostradme lo que valéis.